martes, julio 03, 2007

Ley antitabaco, letra muerta

Las leyes locales que protegen a los no fumadores son contradictorias y condescendientes, lo que, aunado a la indiferencia social hacia la denuncia, ha vuelto inoperable su aplicación. Desde su aprobación en 2004, sólo siete personas han sido infraccionadas y la SSP-DF no ha recibido ni una sola denuncia.

Claudia Altamirano
Foto: Octavio Hoyos

Un constante y agudo dolor en el pecho llevó a Jorge a la consulta médica. Faringitis fue el diagnóstico del doctor, quien atribuyó el mal a la contaminación y el humo del cigarro; aunque Jorge no fuma. Es su trabajo en una cantina del Centro Histórico el que lo expone todos los días a la inhalación involuntaria del humo. La receta incluyó antibióticos y mucha agua, con lo que las molestias cesaron dos semanas después, pero la necesidad de trabajar impide al mesero alejarse de ese ambiente nocivo.

El cigarro le resulta familiar, pues ha vivido sus 39 años expuesto a él: en la infancia a causa de su padre y ahora por su empleo. Aunque asegura no haber presentado ninguna molestia antes, el haber vivido siempre cerca de un cigarro le creó una aversión hacia el alcohol y el tabaco, por lo que nunca ha fumado. “Yo siempre veía a mi papá, entonces me crié con la mentalidad de no tomar ni fumar porque no quiero hacer sufrir a los demás”, argumenta.

Los no fumadores como Jorge, a pesar de constituir el 70 por ciento de la población mexicana, son una mayoría aplastada y no aplastante; sometida inevitablemente a un ambiente nocivo por diversos factores: una ley insuficiente, la necesidad del trabajo y la falta de una cultura de denuncia y defensa de los derechos; que ha convertido a la Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores en letra muerta.

Centros comerciales, bancos elevadores, escuelas, bibliotecas, transporte público y todo tipo de espacios cerrados destinados al trabajo, son sitios donde dicha ley es transgredida todos los días. Peor aun: algunos empleados fuman dentro de las oficinas del Gobierno del Distrito Federal, órgano encargado de vigilar el cumplimiento de la ley antitabaco.

No obstante, desde su aprobación en 2004 en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, sólo han sido presentadas siete personas ante un juzgado cívico local por haber incumplido ésta ley. De acuerdo con la Consejería Jurídica del gobierno capitalino, entre los meses de marzo, abril y mayo de ese año fueron remitidas seis personas a los juzgados cívicos de las delegaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón y Milpa Alta. Una persona más fue remitida a la delegación Venustiano Carranza en julio de 2005 y, en el año 2006 y lo que va de 2007, no se ha infraccionado a nadie más por este motivo.

Para llevar a efecto la ley antitabaco, es necesario que un policía capitalino remita al infractor a un juzgado cívico; ya sea por haber sido captado en flagrancia, o mediante una denuncia ciudadana. Empero, es necesario exhortar al infractor, antes de remitirlo, a apagar su cigarrillo o dirigirse al área de fumar y, sólo en caso de negarse, le podrá ser aplicada una multa; que oscila entre los 10 y 100 salarios mínimos.

Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública capitalina asegura no tener ni una sola denuncia presentada en los más de tres años que lleva vigente la ley, lo que, aparejado con las cifras de la Consejería Jurídica, demuestra que la llamada ley antitabaco sólo generó una ínfima respuesta en el año de su aprobación. Posteriormente, cayó en el olvido.

Un fumadero
Al mismo tiempo, la ley antitabaco del DF pareciera tener invertidas las cifras: aunque la población no fumadora en México (y en el mundo) es de alrededor de 70 por ciento, el artículo 13 de la ley obliga a todo establecimiento que venda alimentos y bebidas a reservar un área para no fumadores de, por lo menos, 30 por ciento del espacio total; mientras que para los hoteles el mínimo contemplado en la ley es de 15 por ciento.

Por ello, la población que no fuma debe conformarse con el pequeño porcentaje que la ley le otorga en los restaurantes; confinada a un espacio que, en la mayoría de los casos, sólo está separado del área de fumar por un letrero y unos cuantos metros, sin una barrera física que impida que el humo llegue al área de no fumar.

Pero no sólo los comensales se ven afectados por estas medidas. La Organización Internacional del Trabajo calcula que mueren al menos 200 mil trabajadores al año debido a la exposición al humo de tabaco en su lugar de trabajo.

Como dice Domingo, compañero de Jorge, la barra del bar es un fumadero. “Llegan muchas personas con los Delicados, con puros baratos, y aquí se hace una nube… yo ni fumaba pero ahora aquí pues acabé fumando también”. La barra se ubica muy cerca de la salida, por lo que hay mayor ventilación, pero los cocineros y meseros están del otro lado, sin poder evadir el humo.

Es por ello que Luis Alberto, al igual que Jorge, ya presentó problemas de salud. Con apenas tres meses trabajando en el bar, padeció mareos y malestar general por estar en la barra. “Como los señores se sientan frente a ti y empiezan a fumar, me mareaba. Llegaba a mi casa y me daba vueltas la cabeza, me sentía borracho, y yo no fumo ni tomo”, relata. Ante esto, su patrón decidió ocuparlo solamente como mesero, a fin de que tuviera más movilidad y no tuviera que estar todo el tiempo en medio de esa “nube”.

Gobiernos tímidos, ciudadanos débiles

Se trata de una lucha débil por parte de los no fumadores, asegura Justino Regalado, jefe del Departamento de Investigación en Tabaquismo del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). El doctor puntualiza que la ley antitabaco es letra muerta por dos razones básicas: la timidez de los gobiernos para aplicar la ley una vez establecida, y la debilidad con que los no fumadores exigen el cumplimiento de sus derechos; lo que, afirma, no ayuda a que se cumpla con una normatividad existente.

“Los gobiernos no quieren molestar a los ciudadanos, quieren ganarse la simpatía de los potenciales votantes antes que establecer el bien común. Otro aspecto es el pobre compromiso de la sociedad, somos exageradamente pasivos y complacientes con los fumadores, porque no les exigimos respetar nuestro ambiente. Aceptamos con toda humildad las arbitrariedades que nos imponen en los espacios públicos”, puntualiza el investigador.

Otra normativa que ha sido transgredida es el Convenio Marco para el Control del Tabaco, desarrollado por la Organización Mundial de la Salud. A decir de Jesús González, titular de la red México sin Tabaco, nuestro país fue el decimoséptimo en ratificar el Convenio y el primero en América Latina; pero fue también el primero en violarlo al firmar un convenio voluntario con la industria tabacalera.

En entrevista, el médico se refirió al segundo Reporte de la Alianza contra el Tabaco y la Red México sin Tabaco. El documento señala que México tiene un plazo de tres meses para garantizar que todos los paquetes de cigarros muestren advertencias sanitarias, preferentemente gráficas. Asimismo, el reporte advierte que la prohibición total a la publicidad, promoción y patrocinio de los productos de tabaco tiene como fecha límite el 27 de agosto de 2009.

El tabaco es la segunda causa de muerte en el mundo y la primera prevenible, de acuerdo con la OMS, quien promueve los ambientes 100 por ciento libres de humo de tabaco, como lema del Día Mundial sin Tabaco, a celebrarse el 31 de mayo. El organismo subraya el hecho de que cientos de miles de personas que nunca han fumado, mueran cada año de enfermedades causadas por la exposición al humo de tabaco ajeno.

“La mayoría de las personas en el mundo no fuma y tiene derecho no a estar expuesta al humo de tabaco ajeno”, precisa la OMS.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/151401.html