lunes, junio 19, 2006

Ingenieros mexicanos en EU

Recargan el combustible de los reactores nucleares, descontaminan equipos irradiados y desmantelan instalaciones en las que se procesaron desechos radiactivos; sorteando durante cada jornada de trabajo el riesgo de permanecer en zonas con altos niveles de radiación. Todos son ingenieros mexicanos encargados de la seguridad radiológica de trabajadores, edificios y medio ambiente de las centrales nucleares en Estados Unidos.
Claudia Altamirano

Un grupo de alrededor de 50 ingenieros veracruzanos pasa más de la mitad del año lejos de sus familias y lugares de origen, llevando a cabo una labor para la que son especialmente requeridos por la industria nucleoeléctrica estadounidense: garantizar que personal e instalaciones de las plantas nucleares queden libres de contaminación radiactiva.

Egresados de escuelas públicas como el Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico de Veracruz, los encargados de protección radiológica mexicanos cumplen contratos legales de trabajo en Estados Unidos que les hacen permanecer entre dos y 24 meses en ese territorio, a petición expresa de los administradores de las centrales nucleares contratantes, tales como la Rochester Gas and Electric Corporation (Ginna Station) en Nueva York, la Comanche Peak Steam Electric Station en Texas y la San Onofre Nuclear Generating Station (SONGS) en California.

Rompiendo con el esquema del trabajador mexicano ilegal —prejuicio predominante en la población estadounidense—, estos ingenieros ocupan cargos vitales en esta industria: desde técnico descontaminador hasta técnico especializado en protección radiológica —estos últimos conocidos como PR— y considerados como la autoridad más importante de las plantas nucleares, cuyos administradores están obligados por la ley a tener entre sus empleados a un porcentaje de cada grupo étnico y racial.

El ingeniero Jesús Baldo, quien actualmente radica ya en territorio estadounidense con un permiso de trabajo, aseguró que este tipo de empleos ayudan a deshacer el mito popular de que los trabajadores mexicanos son todos campesinos ilegales que llegan a Estados Unidos huyendo de su país. “Somos amigos todos, siempre que nos vamos nos invitan a regresar”, puntualizó.
El trabajo que este grupo de connacionales lleva a cabo consiste, en lo general, en prevenir que personal y equipo de las plantas nucleoeléctricas resulte irradiado y, en ese caso, descontaminarlo.

Específicamente, vigilan la seguridad durante la complicada labor de recargar el combustible de los reactores nucleares para su funcionamiento, lo que consiste en renovar la carga de uranio de la pila atómica, tarea que debe ser supervisada por los PR para asegurar que el encargado de cambiar las barras de uranio no quede expuesto a la radiación.

Asimismo, participan en el desmantelamiento de instalaciones en las que se procesaron desechos radiactivos y compuestos de uranio —estos últimos utilizados en el pasado para la fabricación de bombas—, asegurando que los terrenos que ocuparon estas instalaciones queden libres de contaminación que pudiera causar un impacto ambiental.

Durante esta actividad, algunos de los PR deben introducirse a la vasija misma del reactor para asegurar la integridad física de quienes manipulan barras de uranio, por lo que su trabajo es considerado como especializado y de alto riesgo. Sus jornadas laborales son de entre nueve y 12 horas continuas, durante las cuales mantienen la enorme responsabilidad de “cuidar” de toda la planta laboral e instalaciones de la central nuclear; pues un error en sus diagnósticos implicaría exponer a una o varias personas a un nivel de radiación que el cuerpo humano no resistiría.

El sacrificio de permanecer lejos de sus familias y el riesgo que sus empleos implican es, sin embargo, bien recompensado: los salarios que perciben por este trabajo equivalen a 20 mil pesos semanales más gastos de viaje y, en algunas ocasiones, son los gobiernos estatales quienes absorben este gasto, al no contar en su localidad con personal especializado que califique para estos trabajos.

En México, en cambio, el mismo técnico, con la misma preparación y por el mismo trabajo, percibe 40% del salario que cobra en las plantas estadounidenses, por lo que, pese a los sacrificios que les implica, estos trabajadores aceptan sin dudarlo el empleo en otro país, pues ello les da la oportunidad de mejorar considerablemente el nivel de vida de sus familias.

Cada vez más indispensables

En su mayoría veracruzanos, los ingenieros mexicanos reciben las ofertas de empleo en Estados Unidos a través de la empresa Bartlett Nuclear, cuya filial en México prepara a los técnicos para esta importante participación en el “trabajo pesado” de la generación de electricidad por la vía nuclear. La amplia oferta de trabajo en este rubro para trabajadores mexicanos se debe a la escasez de técnicos especializados en la materia a nivel mundial, particularmente en Estados Unidos, país que cuenta con el mayor número de centrales nucleares.

El reducido número de PR se debe a la idea generalizada de que la industria nucleo- eléctrica está siendo rebasada por otras fuentes generadoras de energía, al considerarla en decadencia por su potencial riesgo, lo que ha provocado que las nuevas generaciones de estudiantes de ingeniería no encuentren atractivo este campo un trabajo presuntamente “muerto”.

Aunado a ello, no existen en México ni en Estados Unidos matrículas que especialicen a los estudiantes como técnicos en protección radiológica; por lo que un ingeniero que aspire a la calificación de técnico PR requiere al menos cinco años de experiencia en el campo y diversos cursos de capacitación, impartidos solamente en las propias plantas o por empresas del sector.
De acuerdo con el coordinador de Servicios Técnicos de Bartlett Nuclear, William Tily, hay una notable falta de técnicos estadounidenses suficientemente capacitados para desarrollar estos trabajos, lo que ha generado un decrecimiento de la planta disponible de trabajadores en este sector durante los últimos siete años. En tanto, la calidad del trabajo desarrollado por los trabajadores mexicanos, indicó, está en constante crecimiento, “por lo que los promovemos para que asuman puestos de mayor responsabilidad en cuanto las circunstancias así nos lo permiten”, puntualizó el técnico estadounidense.

William Tily es responsable directo de las contrataciones de mexicanos para los trabajos de Bartlett Nuclear, empresa que obtiene regularmente 80% de los contratos de recargas de combustible a nivel nacional. Con esta cobertura, el ingeniero asegura que, en cualquier planta o estación en la que este grupo de mexicanos ha trabajado, son siempre invitados a regresar, no sólo para realizar nuevas recargas de combustible de los reactores, sino para vacacionar y pasar mas tiempo con sus colegas estadounidenses.

Por su parte, el presidente de la filial de Bartlett en México, Teodoro Cantú, confirmó que las empresas estadounidenses solicitan a los PR mexicanos “por nombre y apellido”, al tratarse de personal con una calidad de trabajo comprobada y que, incluso, ha rebasado las expectativas que tenían de los técnicos mexicanos, quienes han participado en recargas de combustible en Estados Unidos desde 1997.

Cambio de vida

En entrevista, Tily comentó que más allá de la convivencia a la que obliga el trabajo, los técnicos estadounidenses mantienen relaciones de amistad con sus colegas mexicanos, debido a la actitud que los connacionales sostienen frente a su trabajo y sus compañeros, ante quienes muestran “dedicación, paciencia y buenas maneras”.

“Es un placer trabajar con ellos a cualquier nivel. Además, el intercambio cultural es invaluable”, manifestó.

El cordial trato que los connacionales reciben por parte de sus colegas estadounidenses ha generado relaciones fraternales entre ellos, lo que, de acuerdo con sus testimonios, les ha hecho más “llevadero” el tiempo que deben pasar lejos de sus familias; como en el caso de Jesús Baldo, cuya esposa ha permanecido en México a pesar de tener la posibilidad de radicar en Estados Unidos durante el tiempo que Jesús trabaje en ese lugar.

Jesús dice que su esposa “simplemente no se adapta” a las condiciones de vida de los estadounidenses, además de que pasa mucho tiempo sola en ese territorio debido a las largas jornadas de trabajo de su esposo. Por ello, prefiere permanecer en Veracruz con sus hijos el tiempo que Jesús deba trabajar en Estados Unidos.

Destaca también el caso de Jaime Rodríguez, quien es uno de los PR más importantes del grupo. Tiene a su cargo a varios de los trabajadores connacionales y a la mayor parte de la planta laboral de la nucleoeléctrica por su amplia experiencia en protección radiológica.

Es requerido en cada contrato que Bartlett obtiene en centrales nucleares de Estados Unidos, por lo que en numerosas ocasiones le han ofrecido promover su estancia definitiva en ese territorio como trabajador temporal, mientras se cumple el tiempo necesario para tramitar su ciudadanía.

Sin embargo, Jaime ha rechazado siempre estas ofertas, por considerar que este empleo no le durará ya mucho tiempo debido a su edad (51 años), por lo que prefirió montar un negocio en México que pueda ser su patrimonio en los próximos años.

En tanto, lo más común entre estos trabajadores es que viajen a Estados Unidos por determinados lapsos y regresen a México al concluir sus contratos, permaneciendo en sus lugares de origen hasta una nueva recarga de combustible o un desmantelamiento de instalaciones nucleares. Sin embargo, algunos de ellos han señalado que, pese a los altos ingresos que perciben durante los trabajos, resulta insuficiente para costear sus gastos el resto del año cuando no están contratados por ninguna empresa en México.

Esta situación los obliga a aceptar contratos en México con un salario mucho menor (cuando los encuentran), aun cuando su experiencia en Estados Unidos les da la posibilidad de cotizar su trabajo mucho más arriba que el promedio, lo que desmitifica en cierta medida la idea de que un trabajo temporal, pero bien remunerado, es lo ideal.

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