jueves, junio 07, 2007

Migrantes ambientales

Aunque la pobreza sigue siendo el principal factor de expulsión de trabajadores del país, la deforestación y el cambio climático están provocando un desastre ecológico en el campo, que crea una nueva categoría en el éxodo: la migración ambiental.

Texto y fotos: Claudia Altamirano

Nochixtlán, Oax.- “El campo todavía da para comer, pero ya no para mantener a los hijos, pa’ que estudien”, asegura Arturo, habitante del poblado El Fortín y encargado de una tienda de abarrotes. Cuatro de sus siete hermanos emigraron a California, donde tienen empleos inestables pero bien pagados, lo suficiente para construirle una casa a sus padres con un pequeño negocio.

La familia se sostenía tradicionalmente del consumo y venta del maíz que sembraban, pero el uso de fertilizantes y la irregularidad de la lluvia secó sus tierras. “Ahorita tiene 15 días que no llueve, luego llueve 3 días, luego se quita ocho... No deja trabajar. Hay que revolver la tierra para que salga la húmeda de abajo, pero cuando ya se secó la raíz, ya no se puede”, explica el único de los 8 hijos que aun permanece al lado de sus padres.

La disparidad salarial y la falta de oportunidades han sido siempre los disparadores de la migración nacional e internacional, sin embargo,la deforestación, el uso de fertilizantes y los efectos del cambio climático están creando un desastre ecológico en el campo, que añade otra razón para huir de él..

“Los cambios climáticos, naturales y producidos por el hombre, tienen impactos cada vez más concretos y visibles en el movimiento de personas”, señala Michelle Klein, directora de Políticas, Investigación y Comunicaciones de la Organización Internacional para las Migraciones. “Los aumentos del nivel del mar, la deforestación y la degradación de zonas áridas, han producido y continuarán produciendo el desplazamiento masivo de personas ”, afirma.

Aunque México no es la excepción en esta problemática, las instancias oficiales y los especialistas restan importancia al asunto porque el tema ambiental, frente a la pobreza, no es una razón de peso. “No tenemos evidencia estadística de que esto sea un fenómeno que deba observarse, por su poca frecuencia”, afirma Carlos Welti, demógrafo del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Las instancias relativas a este fenómeno no consideran el factor ambiental como una motivación para emigrar: el Instituto Nacional de Migración, el Consejo Nacional de Población –dependientes ambos de la Secretaría de Gobernación-, la Secretaría de Medio Ambiente y el INEGI. Ninguno posee información sobre la influencia del medio ambiente en las migraciones.

Pero la realidad de los campesinos es otra. “La gente que se quiere hacer de una casita, un negocito, tiene que salir a trabajar fueras, porque aquí no se puede. Por eso ya mejor se quedan allá”, lamenta Arturo. En San Mateo Sosola, otro municipio cercano a Nochixtlán, Juan Rivera dejó secar sus parcelas, al no poder recuperar lo invertido en la siembra. De 8 mil pesos que debe invertir por hectárea, la escasa cosecha le hace recuperar sólo 3 mil. Es por esto que 11 de sus 12 hijos se fueron. Uno logró llegar a territorio estadounidense y el resto trabaja en el Distrito Federal. “Los jóvenes se van en cuanto terminan la secundaria, aquí sólo se quedan los viejos”, lamenta Don Juan.

Lo que en un momento fue un remedio hoy es un problema, afirma Eleazar García, presidente del Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (Cedicam). La tierra, dice, se ha convertido en piedra por el uso de fertilizantes, mismos que hoy son indispensables para lograr la cosecha. Se trata de un círculo vicioso: el fertilizante seca la tierra, luego requiere más, pero si deja de llover se seca por completo.

Árboles por parcelas

Pero el factor más influyente en la degradación del suelo es la deforestación, producto del cambio de uso de suelo para las actividades agropecuarias, apunta la Comisión Nacional Forestal. Ello significa que quienes habitan las zonas rurales talaron los árboles para poder sembrar en ese terreno, sin saber que su ausencia provocaría sequía y, eventualmente, ya no podrían sembrar.

El coordinador del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Enrique Leff, precisó que el 90 por ciento del territorio nacional se encuentra deforestado, siendo los estados de Puebla, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Tabasco y Guerrero los que requieren atención prioritaria en esta materia.

De acuerdo con la Conafor, la superficie deforestada en Oaxaca es de 2 mil 644 hectáreas, que representan el 28 por ciento de la superficie total del territorio oaxaqueño, en tanto que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ubica 32 zonas forestales críticas, ubicadas principalmente en los estados de Michoacán, Morelos, México, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tlaxcala y Veracruz.

El periodo de lluvia sigue durando lo mismo, pero la deforestación hace que llueva menos y con más alteraciones, puntualiza Cutberto Ruiz, meteorólogo de la delegación oaxaqueña de la Comisión Nacional del Agua. “Deja de llover algunas semanas y luego cae una tormenta, eso impide el desarrollo adecuado de la cosecha, pues los cultivos deben tener número de días de lluvia, no intensidad ni litros. Todo cultivo debe tener una distribución uniforme de la precipitación”, explica el especialista.

Ruiz Jarquin especificó que los bosques se encargan de distribuir la lluvia uniformemente e impedir el deslave de la parte alta, que afecta los cultivos de la parte más baja; proceso que se rompe con la deforestación. Es el caso de Chiapas, donde, de acuerdo con Mario López, coordinador de gerencias regionales de Conagua, los huracanes Mich y Stan provocaron deslaves, inundaciones y erosión que hubieran sido atenuados por los árboles.

“Analizando las precipitaciones del periodo comprendido entre estos huracanes, concluimos una cosa: con menos lluvia, hay más problemas. Llueve menos, pero con mayor intensidad; es un efecto claro de un problema severo de deforestación de la parte alta”, precisa el ingeniero.


“Aquí no hay quien no emigre”

Irónico resulta el caso del municipio de San Martín Peras, ubicado en la Mixteca alta. Considerado el principal expulsor de migrantes en toda la Mixteca, este municipio no sufre por falta de agua, sino por la irregularidad de las precipitaciones. De hecho, reconoce el presidente municipal, Francisco Ramírez, ese municipio no paga el servicio del agua. Sin embargo, el 50 por ciento de su población es migrante, 3 mil 500 de ellos permanentemente.
Aunque no cuenta con un censo local que especifique cuántos se han ido y cuántos permanecen en San Martín, el munícipe asegura que la población entera ha emigrado alguna vez en su vida, muchos de ellos, para no volver. “Aquí no hay quien no emigre. Vivimos la migración y se nos hace natural”.De continuar así, en 5 años la migración habrá alcanzado la totalidad del territorio nacional, advierte Martín Iñiguez, especialista en migración de México a Estados Unidos.

Actualmente, México cuenta con 60 municipios con bajos niveles de migración, pero si fracasa el actual modelo económico, en menos de 15 años el 20 por ciento de la población estará fuera del país y uno de cada 4 mexicanos radicará en EU, prevé el académico de la UNAM.

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