lunes, noviembre 20, 2006

Desafían al SIDA


Un creciente número de hombres en Estados Unidos y México ha convertido el sexo sin protección en una ideología, argumentando que el SIDA no se transmite por vía sexual, o buscando el contagio como un modo de “liberación”.

Claudia Altamirano

Tras analizar los patrones de su vida sexual, Alfredo comprendió que, si después de su primera vez, no ha vuelto a usar preservativos, encajaba en la categoría de “pasivo bareback”, de manera que decidió anunciarse así en un sitio web de encuentro gay. El resultado: más posibilidades de encuentros. El riesgo: contraer el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Su postura: no teme el contagio porque el SIDA, asegura, no es una enfermedad de transmisión sexual.

Alfredo forma parte de un creciente número de hombres que, en Estados Unidos y México, han renunciado al preservativo como una forma de desafiar al SIDA, ya sea porque buscan adquirir el VIH o porque creen que no es sexualmente transmitible, sino que se desarrolla dentro del cuerpo como consecuencia de un debilitamiento del sistema inmunológico; lo que significa, de acuerdo con ésta hipótesis, que no es una enfermedad mortal y que el sexo desprotegido no implica ningún riesgo.

Esta práctica es conocida como bareback, cuya traducción es “montar a pelo”, aunque su interpretación práctica es el sexo anal sin protección. Aunque el sexo desprotegido entre hombres ha sido siempre una práctica común, ésta nueva tendencia de rechazo al condón tiene diversas motivaciones: obtener mayor placer, desafiar el peligro como en un deporte extremo, jugar con el VIH a una suerte de ruleta rusa, en una orgía donde participan seropositivos y negativos; o quienes están convencidos de que el riesgo en esa práctica, simplemente, no existe.

“No existen evidencias clínicas de la infección como tal, el virus no es una enfermedad adquirida, es un debilitamiento del sistema inmune por estrés, exceso de medicamentos, automedicación, el exceso de conservadores en los alimentos enlatados. Por lo tanto, no hay riesgo de contagio en el sexo sin condón”, asegura Alfredo, mientras sostiene en sus manos un libro de Christine Maggiore titulado “¿Qué tal si todo lo que sabes sobre SIDA fuera mentira?”, que contiene testimonios de personas alrededor del mundo que presuntamente se “recuperaron” del SIDA con un tratamiento de refuerzo del sistema inmune.

Revalorar el SIDA
Como Alfredo y la autora del libro, hay cientos de personas convencidas de que toda la información conocida sobre el SIDA es parte de una complicidad entre gobiernos, medios informativos y empresas farmacéuticas para controlar a la población, imponer el uso del condón y obtener beneficios del VIH. Incluso, un organismo llamado Organización Internacional para el Replanteamiento Científico del SIDA, promueve entre la población la firma de un documento que exige a los editores de la revista Nature realizar una encuesta entre sus lectores sobre un posible debate sobre el tema entre los virólogos David Baltimore y Peter Duesberg, éste último defensor de la hipótesis de que el SIDA no es causado por el VIH. Hasta el momento, ha reunido 174 firmas.

Como una forma de resistencia, quienes apoyan esta idea del sexo “natural” lo plantean como “un movimiento de revaloración del SIDA”, que rechaza toda la información ofrecida durante los últimos 25 años por la comunidad médica internacional, organizaciones civiles y medios informativos. La que fuera denominada como la pandemia del siglo veinte hace apenas un par de décadas, hoy ha sido reducida por éstas personas a un mal crónico controlable, comparándolo con el cáncer y la diabetes.

Riesgos múltiples

Esta idea “relajada” del SIDA podría haberse alentado por el avance científico en la materia, que ofrece más y mejores medicamentos a los seropositivos, quienes ya no se enfrentan a una muerte rápida y desgastante como antaño, afirma Jorge Saavedra, director del Centro Nacional para la prevención del SIDA (CENSIDA), quien advierte, por otro lado, que éstos fármacos no son una solución mágica, “además de su alto costo, con el tiempo desarrollan resistencias y es necesario cambiar constantemente el tratamiento”, apunta el galeno.

Sobre los llamados bug chasers, que ven el contagio como una “bendición” o como “el momento más excitante de su vida”, confiando en que los antiretrovirales los mantendrán vivos, Saavedra explica que el estar infectado “no es el final de la historia”, pues las cepas del virus mutan al pasar de una persona a otra y se van volviendo resistentes a los fármacos, corriendo el riesgo de desarrollar una cepa multiresistente que inutilice a casi todos los fármacos existentes; amén de lo que le cuesta al estado otorgar nuevos tratamientos a quienes no pueden pagarlos.

Por si fuera poco, agrega el médico, los homosexuales tienen mayor riesgo de adquirir el VIH, pues el ano tiene 10 veces más probabilidades de infección que la vagina, pues ésta tiene recubrimientos y fluidos que la hacen más resistente, siendo menos susceptible que la vía anal.

Pero esto no exime a las mujeres de ser contagiadas al estar excluidas de la práctica del bareback. “Me he topado con muchos hombres casados, obviamente bisexuales o gays de clóset, que tienen relaciones con hombres sin protección; me he encontrado vecinos en el vapor que son casados”, relata Alfredo.

Sin barreras
“El bareback se practica en todos lados –prosigue-, casi nadie usa condón. Pero en muy pocos lados se anuncia como tal, sólo en las orgías, para atraer más gente. En los cuartos oscuros de los bares gay casi nadie trae condón. Muchos al principio lo piden pero ya en el calor de la situación, la protección pasa a segundo término, y en esos sitios van pasando de uno a otro, en medio de un fuerte olor a semen, a sangre, orina, excremento y sudor concentrado”.

La red de Internet es una herramienta básica para el encuentro bareback, a través de chats, correos y sitios de información sobre esta práctica que la proponen como “sexo al natural”. Incluso, un sitio web de los Estados Unidos que funge como “directorio bareback”, incluye a un hotel en Acapulco que ofrece la posibilidad de un encuentro sexual en terrazas y jacuzzis al aire libre, ostentándose como “amistosos hacia los gays”.

En contraparte, el sitio web Anodis.com, que ofrece información sobre los homosexuales, sus derechos, noticias sobre los avances en la lucha por su reconocimiento legal y sitios de encuentro, advierte en numerosos artículos sobre los riesgos del bareback y promueve el sexo seguro.

En este contexto, el director de Censida rechaza que el bareback sea una forma de liberación contra una imposición social: “Esta interpretación la darán muchos como justificación, pero ¿cuál imposición? Si se siguen manteniendo 800 millones de relaciones sexuales desprotegidas al año en México”.

Precisó también que, de los 4500 nuevos casos de SIDA presentados en el último año, el 96 por ciento se dió a causa de relaciones sexuales desprotegidas, de las cuales, un 52 por ciento fueron entre hombres (gays y bisexuales); a pesar de toda la información y advertencias que hay a ese respecto.

“Pertenezco a la generación de hombres que nos enseñaron que el condón era parte misma del sexo; incluso hay quienes les causa excitación el ponerlo, pues te enseñan a disfrutar el sexo a través del condón, cosa de la que yo estoy totalmente en contra; creo que la naturaleza humana nunca se ha puesto barreras mecánicas entre dos personas. Es como comprarse una paleta y comersela con envoltura, que fea sabe”, argumenta Alfredo.

El diseñador textil arguye que los condones, “digan lo que digan”, son ásperos, además de que generan una disociación mental: “Lo tengo dentro o no?”. Y aunque muchos hombres heterosexuales aseguran que no hay diferencia en la sensación, Alfredo deduce que no han llegado hasta el límite de su sexualidad; “los gays sí somos muy dados a explotar al máximo de lo que nos toca gozar en la vida, nos damos ese permiso, esa libertad, ese cinismo de hacer lo que nos da nuestra regalada gana”.

Fredy ha tenido varios amigos que murieron de SIDA, pero afirma que ninguno tuvo la información que él tiene hoy, por lo que todos asumieron inmediatamente que iban a morir, sin imaginar que había otras opciones.

“Nunca nadie te dice que del SIDA te puedes recuperar, siempre te condenan a muerte y te matan desde ese momento (...) El tener sexo no tiene porque ser una sentencia de muerte. Yo llevo 15 años teniendo sexo así y estoy vivo. Me pongo condón o me muero, ¡que flojera! Si mi sexualidad va condicionada en esos parámetros, que panorama tan triste”.

Subestimar la vida
El doctor Saavedra clasifica el bareback en dos motivaciones básicas: la tendencia de los más jóvenes a correr riesgos y, en los adultos, la influencia de una baja autoestima; derivada, a su vez, de diversas razones, como estar ya infectado con el virus, o porque en esta sociedad no encuentran su rol como homosexuales, siendo algo socialmente aceptable en Hispanoamérica. “Quien es adulto y sabe del riesgo que corre de contraer una infección mortal, y aun asi lo asume, probablemente no estime tanto su vida”.

El galeno atribuye este problema de autoestima, en parte, a la sociedad; pues es dificil mantener una buena autoestima donde se sufre el rechazo de todos por una preferencia sexual; limitándolos a expresar su orientación sexual es en la intimidad del sexo o en el contacto por Internet. “Ser seropositivo o ser gay es suficiente razón para que algunas familias corran a sus hijos de la casa y esto desencadena otro problema: es mas inestable, tiene mas baja la autoestima, es mas difícil que sea constante en su tratamiento, todo a causa de una situación moralmente desgastante, como es vivir expulsado del seno familiar. En un ambiente homofóbico no se les puede pedir alta autoestima”, refirió.

Y lanzó una importante advertencia: la presencia de un médico colombiano –del que Censida aun no confirma la identidad- que imparte conferencias en México en las que afirma que el VIH no existe, sin tener ninguna base científica que sustente su hipótesis. Saavedra indicó que muchas personas podrían creerle, empero, afirmó que utilizar esta idea como argumento para no usar preservativo es una justificación de su baja autoestima, que los lleva a asumir este riesgo.

“Pero no se les puede culpar, si se hablara de culpas, sería una culpa social, por tener estos niveles tan altos de homofobia que hace que personas con alto riesgo en el VIH no tengan una mayor autoestima y decidan tomar estos riesgos tan altos”, concluye el funcionario.

Por su parte, Alfredo dice no tener miedo de contraer el VIH, en cambio, teme que el cáncer que padeció su madre pueda ser hereditario. “Quiero tener la oportunidad de recuperarme si eso pasara, no morirme de SIDA, mantener bien mi sistema inmune y no morir en un hospital del sector salud”, comenta.

-¿Confías?

-Sí. Tengo fe.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/136512.html

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