viernes, diciembre 01, 2006

Celebrar a México (15 sept)


Entre tantas banderas, tequila, pozole y desfile, vale la pena hacer un espacio para los mexicanos que no sólo celebran en septiembre, sino que buscan, todos los días, hacer de este un país mejor.

Claudia Altamirano

"La felicidad es una decisión", reza uno de los carteles colocados en las paredes del salón donde las chicas realizan la práctica que les asignaron. Imelda suelta el lápiz para acomodar a su bebé, a quien amamanta. Otra de ellas cuenta, aliviada, que su madre tiene seguro médico e inscribirá a su nieta como si fuera su hija. "De todos modos yo le voy a comprar sus cositas, gano bien", dice, contenta por su nuevo trabajo de mesera.

Ellas viven en SEDAC (Servicio, educación y desarrollo a la comunidad), la casa hogar que recibe a jovencitas embarazadas o con hijos pequeños pero sin recursos; donde se les capacita y enseña a formar un proyecto de vida que evite que acaben en las calles o, en algunos casos, que regresen a ellas.

El taller fue creado por Carma Aguilar, una comunicadora que, desde hace tres años, ayuda a las chicas de Sedac a regularizar sus documentos oficiales, inscribirse en la escuela, capacitarse para el empleo; trabajar en su autoestima, emprender un proyecto de vida independiente y, finalmente, concretarlo.

Haciendo honor a su nombre, Carma ha dedicado el último lustro a la labor social voluntaria, lo mismo ayudando a niños en Casa Alianza que impartiendo cursos de desarrollo humano en el Instituto de la Mujer; pero hoy, Carma se niega a dejar a "sus niñas", a quienes ayuda a encontrar sus habilidades para volverse independientes y útiles para la sociedad.

A pesar de que Carma recibe una sencilla beca que le permite sortear algunos gastos mientras imparte este taller, su trabajo es esencialmente voluntario. Lo más importante, dice, es que al ayudar a unos pocos se mejora todo el entorno, pues ellos aprenderán a ayudar, a su vez, a otros que lo necesiten.

Para lograr un cambio profundo en la población, Carma sugiere atender a la parte humana de quienes cuentan con pocos recursos, y no solo procurar su alimentación, sustento y educación. "Todo mundo ve a un niño de la calle y le quiere dar dinero, pero ¿Qué pasa con la parte espiritual? Esa parte es la mas descuidada y necesitada, el ponerle atención a una persona es lo que puedes aportarle, más que lo económico".

La diferencia

Es precisamente esa parte humana la que rara vez se puede apreciar en un policía. El mal desempeño de muchos ha derivado en un desprecio generalizado de la ciudadanía hacia ellos, aunque la actuación de algunos invita a no juzgarlos a priori.

El pasado 2 de agosto, en el paso a desnivel del cruce de Viaducto y Revolución, una camioneta quedó atrapada en la gran inundación con granizo que afectó la capital esa noche, obligando a los pasajeros a subir al toldo del vehículo para salvarse. Una llamada de auxilio hizo que el Segundo Oficial Eduardo Espino solicitara el apoyo de los bomberos para el rescate, pero el tráfico provocado por la lluvia era tal, que el oficial tuvo que actuar antes de que el agua helada alcanzara a los hombres atrapados.

Con ayuda de unos cinturones de arrastre, Espino y su compañero, Rodolfo Bolaños, impulsaron hacia el puente a los automovilistas, logrando dejarlos a salvo. En un momento en el que muchos sólo hubieran esperado la llegada de los bomberos, éstos policías hicieron, simplemente, "lo que tenían que hacer".

"Cuando uno asume la responsabilidad de servir y con lo que tiene a su alcance, toma decisiones; de alguna manera uno tiene idea de qué hacer y se toman las decisiones pensando en la seguridad de ellos y también de uno, porque tampoco es válido hacerle al héroe. Había que hacer cosas (…) bien y rápido", señaló el oficial.

Aunque la situación podía empeorar si las víctimas sufrían de pánico y se agitaban al momento de subirlos, pues podían caer o arrastrar consigo a alguno de los policías, Espino y Bolaños asumieron el riesgo por salvar a esas personas de la hipotermia o el ahogamiento.

"El tomar decisiones es lo que hace la diferencia. Yo soy de las personas que si ve una situación, inmediatamente decido qué se va a hacer. Para mí quedarse cruzado de brazos no es tomar decisiones, para mí es actuar, pero con responsabilidad. Yo creo que todos tenemos la capacidad de hacerlo, pero a veces pensamos mal las cosas", expresó.

"Yo creo que con un pequeño esfuerzo que hagamos todos los servidores públicos, hacemos grandes cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a hacerlas. La mejor recompensa que puede tener es saber que su trabajo sirvió de algo, no tiene precio".

"Devolver un poco de lo que tengo"

La gente que vive en las calles, en los barrancos, las vías del tren, suelen crear mitos en los demás sobre lo que significa vivir ahí. Pero hasta que se les conoce, se puede tener una mejor idea al respecto. Esto lo sabe Laura Salinas, una chica de 22 años que, tras estudiar diseño en Bellas Artes, optó por hacer trabajo voluntario en Christel House, organización civil que proporciona gratuitamente educación, alimentación y salud a niños de bajos recursos, particularmente de los llamados "cinturones de miseria" de Santa Fe.

Aunque inicialmente apoyaba durante unas horas en tareas administrativas, fue requerida después para apoyar a los trabajadores sociales que aplican estudios socioeconómicos en la zona, que determinen quienes requieren más del servicio de Christel House. Al ingresar a esas casas, su impresión fue tal, que decidió dedicar 9 horas de su día a esos niños.

"No llegue aquí con el fin de ser voluntaria, sino que me envolvió la institución; visitando las casas de los niños me engancharon… Te das cuenta de que realmente tienen muchas carencias, algunos ni siquiera tienen agua, drenaje, luz… ves problemas de desnutrición, abuso, abandono… cada uno trae su historia", relata.

El conocer de cerca estos problemas generó un sentido de responsabilidad en Laura, quien siente que es su deber elegir a los niños que más necesitan la ayuda de Christel House. "A lo mejor no les doy dinero ni les llevo comida, pero sí les estoy dando su lugar aquí y no se lo doy a otro que sí tiene todos los recursos".

Esa es su forma de contribuir a que México tenga un mejor nivel educativo y social, al otorgar a niños sin recursos la posibilidad de contar con estudios más avanzados de lo que sus padres pudieron tener y, así, tener mayores oportunidades que ellos. "Ahí siento que estás impulsando a que subamos todos juntos. Ya tienen más armas que darle a los demás, a sus hijos, ya tienen el impulso para hacer algo más grande e ir más lejos".

Con ello, Laura busca devolver a la vida un poco de lo que le ha sido dado, y coincide con Carma Aguilar en que la voluntad de ayudar es expansiva: "Aquí puedes ayudar a que estos niños aprendan a ayudar a los demás, es una cadena, (…) te sensibiliza a querer ayudarnos todos. Nos hace fuertes el trabajo en equipo".

"Por puritito amor al arte"

Uno de los rubros más olvidados por los gobiernos en México es la cultura. Por no tratarse de una necesidad primordial, queda relegada en recursos e importancia, aunque para algunos, como Alberto Mora, sea tan necesaria como la educación, pues "una persona con cultura, ama a su patria".

Fotógrafo y artesano, Alberto siempre se interesó en la labor social y el altruismo, pero la fuente de inspiración para la labor que realiza hoy en día, la encontró en una observación de su hijo. "Por qué el teatro está tan vacío, papá?", preguntó el niño, detonando en Alberto la voluntad de llenar de espectadores los teatros y foros culturales, acercando a todo tipo de personas a la cultura.

La iniciativa se convirtió en el proyecto "Boletitos", que cumple ya cinco años y ha regalado miles de entradas a niños de la calle, punks, profesionistas, amas de casa, seropositivos, prostitutas y todo el que quiera acercarse a la cultura a través de esta oportunidad única.

"Me da tristeza porque somos un pueblo muy inculto y la falta de cultura es una forma de manipular a las masas. Los gobiernos, que sí tienen todos los recursos, no hacen nada, y nosotros hacemos todo sin dinero. Queremos hacer excelentes espectadores que amen la cultura", expresa Alberto, quien hace algunos meses regaló casi tres mil entradas para el espectáculo Snowshow, del payaso ruso Slava.

Con la única intención de acercar a más personas a la cultura y permitirles vivir experiencias enriquecedoras a través del arte, Alberto Mora y su mujer, Alicia, se mantienen en contacto con distribuidores, productores, promotores y protagonistas de las obras y los foros, a quienes piden cortesías que después obsequian. Ellos creen en la cultura como un medio para lograr una mejor sociedad, al hacer de cada ciudadano una mejor persona.

El artesano lamenta el infortunio de haberse topado con personas que lucran con los boletos que se les obsequian, pero no margina ni relega a nadie que pida entradas, ni siquiera, a quienes tienen un buen nivel económico. "Todos tienen derecho a ver y escuchar arte. Nosotros hoy tenemos como 30 pesos para comer, y a veces me han dicho 'no seas güey, vende los boletos', pero no, no, no. Esto es por puritito amor al arte".

1 comentario:

Anónimo dijo...

PARA ALBERTO BOLETITO FELICIDADES POR SU LINDA LABOR Y EL AMOR AL ARTE YO SOY UNA MÁS QUE ME GUSTA MUCHO TODO LO QUE A CULTURA SE REFIERE Y PERSONAS COMO BOLETITO MI MÁS SINCERAS FELICIDADES

Mercedes Moreno